El Colo tiene 35 años, flaco, alto. Pinta cuadros y es buen amigo. Suele tener mala suerte, particularmente en las pequeñas cosas. Y por supuesto que esa mala suerte lo iba a perseguir el día que conociera a Ana.

Ana tiene su misma edad, es morocha, menudita, simpática y está en pareja desde que terminó la secundaria.

El Colo y Ana se conocen en un bar de Buenos Aires y quedan flechados. Ana le cuenta que está a punto de mudarse a Las Grutas con su pareja, pero él de todos modos la invita a salir. Van juntos a un recital, la invita a su casa. 

La atracción es innegable, y prometen volver a verse antes que Ana se tenga que ir. Pero el camión de mudanza se adelanta y Ana se va a Las Grutas sin posibilidad de despedirse del Colo. Él se desespera y en un impulso decide ir a buscarla. 

Por medio de una aplicación de carpooling carga a otros viajeros,entre ellos a Santiago, el novio de Ana, quien adelantó su viaje para sorprenderla. Durante el caótico viaje el Colo descubre que Santiago es el novio de Ana y decide dejarlo varado en una estación de servicio, para llegar antes que él a lo de Ana.

El Colo llega a Las Grutas, comparte la noche con Ana y antes de irse le dice que la ama.